Seguidores

martes, 22 de enero de 2013

Las verdades de la vida


Me río de todos aquellos que intentan “dar pena” cuando pierden una lucha que ellos mismos han empezado.


Me da mucha pena ver lo que yo llamo “estúpida humanidad” Cuando tenemos el poder (un objeto, un cargo o cualquier cosa) no nos importa nada de los demás, ahora bien, cuando hay alguien que intenta arrebatarnos ese poder luchamos contra él con uñas y dientes, aunque esta lucha no siempre acaba a nuestro favor como es normal. En el momento en el que perdemos ¿qué ocurre? Pues la mayoría de las veces no nos molesta la perdida en sí sino lo que nos duele es nuestro EGO y ¿qué hacemos? En vez de aceptarlo e intentar mejorar, no nos resignamos y a pesar de todo seguimos con nuestra tonta disputa. Esto es “estúpida humanidad” porque todos y digo TODOS con énfasis hemos hecho esto alguna vez incluso sin darnos cuenta y si nos ponemos a pesarlo detenidamente es una idiotez y sin embargo no podemos evitar hacerlo.  Pero no todo es malo en estos combates, a veces antes de llegar a esa “lucha” nuestra inteligencia nos avisa de que hay otros métodos; algunas veces intentamos llegar a un acuerdo con la otra persona pero claro ahí ocurre otro problema: un eslabón puede fallar y por supuesto no se puede construir nada si una parte no cede.

La conclusión de todo esto nos lleva a la primera frase. Nadie es perfecto, todos cometemos errores. Si se da el caso mencionado anteriormente las formas de “dañar” al otro son múltiples: insulto, desprecio, mentira… pero cuando vemos que todo esto no funciona llega para mí el último movimiento, el más desesperado, “Dar pena a los demás”. Hacerte la victima y hacer ver que tú no tienes la culpa de nada.
Yo pienso que esto es lo más falso y rastrero que se puede llegar a hacer. La culpa la tienen ambas partes, no se puede salir del fango así de rositas. Nada es total, blanco o negro, no hay 50% y 50%.

Odio que haya esta falsedad en el mundo y sobre todo que muchas personas utilicen este “dar pena” para parecer angelitos mientras que en la realidad quieren clavarte un cuchillo por la espalda.

Para mí la falsedad es una enfermedad, sí una de la enfermedades sentimentales que poblan nuestros días, lo peor es que para esta patología no hay medicinas ni vacunas.

Cada persona encuentra su propio remedio en el interior de su corazón. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario